Catalina era la cuarta de nueve hijos de una familia rica y profundamente cristiana. Sus padres: Lorenzo y Teresa eran muy caritativos con los pobres.
A los dieciséis años, su padre la prometió en matrimonio a un joven propietario de un barco. Pero ocurrió que este joven, antes de la boda, tuvo que realizar un largo viaje de varios meses. Durante esta ausencia, y a consecuencia de un ingenuo acto de vanidad, Catalina tuvo la visión de Jesús Crucificado y sufriente que la llamó a convertirse y abrazar la vida religiosa.
El año 1788 ingresó en el monasterio de las Terciarias Franciscanas de Ischia di Castro. El 26 de octubre de 1788 recibió el hábito religioso y tomó el nombre de sor María Magdalena de la Encarnación.
Durante el año de Noviciado, el jueves 19 de febrero de 1789, recibió de Dios la inspiración de dar vida, a su debido tiempo, a una Orden monástica dedicada a la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.
En esa época encontró como director espiritual y guía al sacerdote Don Juan Antonio Baldeschi, que le apoyó en todo y luego fue un valioso colaborador de la nueva Fundación.

