“El inefable don de la Eucaristía explicado paso a paso” parte 42
Podemos decir que, en la plegaria eucarística hay dos consagraciones: La del pan y el vino que los transforma en el cuerpo y la sangre del Señor y, después de la aclamación ANUNCIAMOS TU MUERTE… la consagración de la Iglesia, que también es transformada en el cuerpo de Jesús. En la plegaria eucarística se pide que “formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu y que, además, nos transforme en ofrenda permanente. Los que participamos en la Eucaristía, no asistimos para salir de la celebración igual que hemos entrado, sino para que nuestra vida experimente un cambio y una transformación; y a partir de nuestra transformación cambie radicalmente nuestra familia y la sociedad en la que vivimos.