Audio día 20
TEMA VI: EL PERDÓN
Día 20 Dios me perdona y yo también debo perdonarme.
DIARIO
20 VI [1937]. Nos parecemos más a Dios cuando perdonamos al prójimo. Dios es amor, bondad y misericordia…. Cada alma y especialmente el alma consagrada debe reflejar en sí Mi misericordia. Mi Corazón está colmado de piedad y de misericordia para todos. El corazón de Mi esposa tiene que ser semejante a Mi Corazón, de su corazón tiene que brotar el manantial de Mi misericordia para las almas, si no la desconoceré. (Diario 1148)
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
¿Por qué me cuesta creer en el perdón de mis propios pecados?
¿Por qué me rechazo muchas veces a mí mismo, y me cuesta perdonarme a mí mismo?
¿He pensado alguna vez que he de ser también misericordioso conmigo mismo?
RECOMENDACIONES
Como un alma consagrada a la Divina Misericordia, reconozco que soy la miseria misma, muchas veces rechazo la misericordia del Señor y me suelo castigar a mí mismo, me juzgo demasiado. Quiero comenzar una nueva vida diciendo con el corazón: acepto tu perdón y me perdono a mí mismo, Jesús, en ti confío.
Si tengo un problema especial sobre el tema del perdón, acudo a la dirección espiritual.
ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA
Oh mi Señor misericordioso, hay secretos en mi corazón de los cuales no sabe ni sabrá nadie fuera de Ti, porque, aunque quisiera decirlos nadie me comprendería. Tu representante sabe algo, dado que me confieso con él, pero tanto cuanto soy capaz de revelarle de estos secretos, lo demás queda entre nosotros por la eternidad, ¡oh Señor mío! (94) Me has cubierto con el manto de Tu misericordia perdonándome siempre los pecados. Ni una sola vez me has negado Tu perdón, sino que teniendo compasión por mí, me has colmado siempre de una vida nueva, la vida de la gracia. Para que no tenga dudas de nada, me has confiado a una cariñosa protección de Tu Iglesia, esta madre verdadera, tierna que en Tu nombre me afirma en las verdades de la fe y vigila que no yerre nunca. Y especialmente en el tribunal de Tu misericordia mi alma experimenta todo un mar de benevolencia. A los ángeles caídos no les has dado tiempo de hacer penitencia, no les has prolongado el tiempo de la misericordia. Oh Señor mío, en el camino de mi vida has puesto a unos sacerdotes santos que me indican una vía segura. Jesús, en mi vida hay un secreto más, el más profundo, pero también el más querido para mí, lo eres Tú Mismo bajo la especie del pan cuando vienes a mi corazón. Aquí está todo el secreto de mi santidad. Aquí mi corazón unido al tuyo se hace uno, aquí ya no hay ningún secreto, porque todo lo Tuyo es mío, y lo mío es Tuyo. He aquí la omnipotencia y (95) el milagro de Tu misericordia. Aunque se unieran todas las lenguas humanas y angélicas, no encontrarían palabras suficientes para expresar este misterio del amor y de Tu misericordia insondable. Cuando considero este misterio del amor, mi corazón entra en un nuevo éxtasis de amor y Te hablo de todo, Señor, callando, porque el lenguaje del amor es sin palabras, porque no se escapa ni un solo latido de mi corazón. Oh Señor, a pesar de que Te has humillado tanto, Tu grandeza se ha multiplicado en mi alma y por eso en mi alma se ha despertado un amor todavía más grande hacia Ti, el único objeto de mi amor, porque la vida del amor y de la unión se manifiesta por fuera como: pureza perfecta, humildad profunda, dulce mansedumbre, gran fervor por la salvación de las almas. Oh mi dulcísimo Señor, velas sobre mí en cada momento y me inspiras sobre cómo debo portarme en un caso dado; cuando mi corazón oscilaba entre una y otra cosa, Tu Mismo intervenías, más de una vez, en solucionar el asunto. Oh, cuántas e innumerables veces, con una luz repentina me hiciste conocer (96) lo que Te agradaba más. – Oh, qué numerosos son estos perdones secretos de los cuales no sabe nadie. Muchas veces has volcado en mi alma fuerza y valor para avanzar. Tú Mismo eliminabas las dificultades, para [375] de mi camino interviniendo directamente en la actuación de los hombres. Oh Jesús, todo lo que Te he dicho es una pálida sombra frente a la realidad que hay en mi corazón. Oh Jesús mío, cuánto deseo la conversión de los pecadores. Tú sabes lo que hago por ellos para conquistarlos para Ti. Me duele enormemente cada ofensa hecha contra Ti. Tú sabes que no escatimo ni fuerzas, ni salud, ni vida en defensa de Tu reino. Aunque en la tierra mis esfuerzos son invisibles, pero no tienen menos valor a Tus ojos. Oh Jesús, deseo atraer las almas a la Fuente de Tu Misericordia para que tomen la vivificante agua de vida con el recipiente de la confianza. Si el alma desea experimentar una mayor misericordia de Dios, acérquese a Dios con gran confianza y si su confianza es sin límites, la misericordia de Dios será para ella también sin límites. Oh Señor mío, (97) que conoces cada latido de mi corazón, Tú sabes con qué ardor deseo que todos los corazones latan exclusivamente por Ti, que cada alma glorifique la grandeza de Tu misericordia. Amén. (Diario 1489)
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
¿CÓMO SE REZA LA CORONILLA? (Véase el día 1)
MEDITACIÓN PARA LA HORA DE LA MISERICORDIA
– El alma: Señor, temo que no me perdones un número tan grande de pecados; mi miseria me llena de temor.
– Jesús: Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de Mi misericordia. ¿Por qué habrías de disputar Conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de Mis gracias. (Diario 1485)
SÚPLICAS
• Pidamos la gracia de aceptar el don del perdón (Para saber aceptar el perdón del Señor y tener siempre la voluntad de perdonar sin cesar).
• Pidamos la gracia de entregar en todo momento nuestras miserias en las manos del Señor.
EN UN CUADERNO, ESCRIBO:
• Primera columna: mis faltas cometidas
• En la segunda columna: mis heridas y dolores.
• Al terminar la jornada: me pongo en la presencia del Señor, bajo la luz del Espíritu Santo y la protección de la Santísima Virgen María para evaluar mi vida:
– He cumplido mis propósitos del día de hoy, conforme a la voluntad del Señor.
– He hecho al menos una obra de Misericordia, tanto corporal como espiritual.
Bendigo el día, doy gracias al Rey de Misericordia y firmo en mi corazón: “Jesús, en ti confío”
A las tres continuamos con el rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia.
Padre Eliseo De Egea Gil, Fundador de La Fraternidad del Cordero de la Divina Misericordia.
Si Usted dispone de más tiempo y quiere rezar a lo largo del día, en este enlace encontrará distintas oraciones por tramos horarios.