“El inefable don de la Eucaristía explicado paso a paso” 24ª parte
Una vez que se han puesto en el altar el pan y el vino, el sacerdote, en voz baja reza la siguiente oración: “Acepta. Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que este sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor Dios nuestro”. Esta oración expresa nuestra disposición de humildad y el reconocimiento de que nosotros no tenemos ningún mérito por nuestra parte. Por la fe, nos abrimos a los dones de Dios que él nos concede por su amor y su misericordia. Nuestra salvación, que se hace presente en la celebración de la Eucaristía, es toda ella obra o regalo gratuito de Dios, y nosotros nos disponemos a recibir lo que el Padre nos ofrece por la vida, muerte y resurrección de Su Hijo Jesús. La humildad y la apertura de la fe, son condiciones indispensables para participar y recibir el fruto de la Eucaristía…