Dina Bélanger, nació en Quebec (Canadá), el 30 de abril de 1897, en una familia cristiana. Hija única, recibió de sus padres una formación integral marcando en ella profundas raíces que le permitieron después volar muy alto. Inteligente y dotada de una fuerte personalidad, unió a un temperamento reservado y muy sensible, un carácter tenaz y apasionado que le permitió alcanzar lo que se proponía.
Tenía un marcado talento para la música y empezó sus estudios de piano a los ocho años perfeccionándolos de joven en el Conservatorio de Música de Nueva York. Al regresar a Quebec, dio conciertos destacándose como valorada pianista. Se abría ante ella un brillante porvenir, numerosos amigos, una vida social agradable, una carrera musical llena de promesas.
Desde pequeña, sintió gran atracción por Jesús y vivió en continua comunicación con él. Escucha su llamada a seguirlo, y en 1921 responde con amor al Amor que la seduce. Ingresa al noviciado de la Congregación de las Religiosas de Jesús-María y recibe un nombre nuevo: María de Santa Cecilia de Roma.
Se consagra totalmente a Dios y responde a su amor con un continuo “amar y dejar hacer a Jesús y a María”, viviendo el día a día con el único deseo de serle fiel en todo. Sus superioras, conocedoras de su extraordinaria vida espiritual, le piden que escriba su vida. En ella Dina nos descubre las etapas de su andadura mística que le llevan hasta entrar en íntima comunión con la Trinidad y poder decir con San Pablo que es sólo Jesús el que vive en ella.
Dina vive el fin de su Congregación: “hacer conocer y amar a Jesús y a María” y se entrega con entusiasmo a la actividad apostólica con las alumnas. Muy pronto esta actividad se ve comprometida por la enfermedad, tiene que dejar la enseñanza pero no el apostolado. Impregnada del espíritu de la Congregación, cuando no puede estar directamente con las niñas, se multiplica ayudando a sus hermanas en las tareas de la misión. La inactividad impuesta por la enfermedad fue totalmente apostólica. Además, en su ardor misionero desea abarcar todo el mundo; quiere “recorrer el universo entero y consumarlo en las llamas infinitas del Corazón de Cristo”. También descubre lo que ella define como su misión en la eternidad: “irradiar, por medio de la Virgen, el amor de Jesús sobre todos los hombres”.
Muere el 4 de septiembre de 1929, a los 32 años de edad y 8 de vida religiosa con la promesa de que en el cielo permanecerá al servicio de sus hermanos y hermanas de la tierra, siendo una mendiga de amor y dando la alegría.
Dina vivió una vida ordinaria con un amor extraordinario. Su santidad no está en los aspectos místicos que Dios le regaló, sino en la fidelidad ininterrumpida a la gracia de Dios. Su vida, revestida de una discreta y sonriente reserva, ocultaba a los ojos de los demás la obra que Dios iba realizando en su interior, y que ella nos cuenta sencillamente en su Autobiografía con la belleza y sensibilidad de la artista.
El Papa Juan Pablo II la declaró Beata el 20 de marzo de 1993, en la Basílica de San Pedro de Roma.
La Congregación de las Religiosas de Jesús-María fue fundada por Claudina Thévenet en Lyon (Francia), en 1818. Claudina después de haber vivido muy duras experiencias durante la Revolución francesa, entre ellas la de ver morir brutalmente fusilados a dos de sus hermanos, recoge su legado: “perdona como nosotros perdonamos”. Ella, sabiendo que la mayor desgracia es la de “vivir y morir sin conocer a Dios”, se entrega totalmente a Él y a la educación integral de niñas y jóvenes. Así nace la Congregación de Jesús-María a la que perteneció Dina y que hoy está presente en 28 países.
Fuente: http://dinabelangeresp.blogspot.com.es/p/quien-es-dina.html
Otras fuentes: http://www.corazones.org/santos/dina_belanger.htm
http://www.rjmgeneral.org/es/quienes-somos/historia-y-fundacion/dina-belanger/
http://dinabelangerrjm.blogspot.com.es/
http://jesusmaria.net/site/dina-belanger/